Blancanieves
Había una vez, una joven llamada Blancanieves que era muy hermosa, tanto por fuera como por dentro: era sincera, alegre, inteligente, valiente y sobretodo muy luchadora. A medida que crecía, su talento aumentaba hasta el punto que una bruja que vivía por allí se puso muy celosa. Llegó un día en que no pudo tolerar más su presencia y ordenó a un leñador que la llevara al bosque y la matara. Sin embargo, él que era un hombre bueno y justo no hizo caso y le dijo a Blancanieves que no le iba a matar, que ninguna mujer merece morir, y le aconsejó que escapase lo más lejos posible porque si le veía la bruja le mataría. Corrió tan lejos como se lo permitieron sus piernas, tropezando con rocas y troncos de árboles. Por fin, cuando ya caía la noche, encontró una casita y entró para descansar. Todo en aquella casa era pequeño, había una mesita con siete platos muy pequeñitos, siete tacitas de barro y al otro lado de la habitación, se alineaban siete camitas muy ordenadas. La princesa, cansada, se echó sobre ellas y se quedó profundamente dormida.
Cuando llegó la noche, los dueños de la casita regresaron y se quedaron impactados al verla. Eran siete enanitos, que todos los días salían para trabajar a las montañas.
A la mañana siguiente cuando despertaron, Blancanieves les contó su historia y ellos le propusieron que se quedase, pero a condición tenía que coser, lavarles la ropa y los platos, cocinarles y esperarles con la mesa puesta cuando volviesen del trabajo. Blancanieves quería quedarse, ya que no sabía muy bien donde ir, pero no a costa de convertirse en su criada, así que prefirió irse y buscar otro sitio. La bruja supo que se encontraba perdida en el bosque, así que se disfrazó de viejecita y le fue a entregar una manzana roja, la cual estaba envenenada. Blancanieves que sentía una gran soledad, pensó no podía ser peligrosa, así que empezó a conversar con ella. Después de un buen rato hablando la bruja empezó a cambiar de opinión y los celos que sentía hacia ella, empezaron a convertirse en buenos sentimientos. Blancanieves que llevaba varios días sin comer, vio la manzana y le dio un mordisco ante la cara de asombro de la bruja, que se abalanzó sobre ella para quitársela de las manos, pero no le dio tiempo y Blancanieves cayó desvanecida.
El hechizo de la manzana se rompería cuando recibiese un beso de amor, así que fue la bruja la que lo rompió, le pidió disculpas a Blancanieves y ella y la bruja comenzaron una nueva vida juntas y felices.
Esta entrada fue publicada el 8 marzo, 2013 por aclauroya. Se archivó dentro de Movimientos socials y fue etiquetado con blancanieves cuento moderno nuevo renovado innovador mujer.
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